Todo empezó el día que a José Luis Núñez se le hizo pequeño el Camp Nou y consideró infrautilizado el entorno de las instalaciones del Barça.

Ese día, el constructor creyó dar con la fórmula magistral para vincular su particular concepto de ciudad vinculado al ladrillo con la mejora del patrimonio del club que presidía desde 1978. Su solución era fácil: Recalificación del suelo, 1.600 pisos, 14.800 metros cuadrados de locales comerciales, 6.200 para bares y restaurantes, 26 salas de cine, tres museos, cuatro pabellones temáticos -deporte, cine, NBA…-, salas de convenciones, áreas de actividad lúdica y empresarial y agencia de viajes. Todo ello para una zona de 23 hectáreas de suelo urbano calificado en su mayor como equipamiento deportivo.

Era el verano de 1999 y ese boceto de parque temático pasó a conocerse como Barça 2000. Fue el inicio de una historia, no de amor precisamente, que cumple ahora 18 años y en la que han intervenido cuatro alcaldes, cinco presidentes del Barça y un presidente en funciones.

El escenario ha sido siempre el mismo, el distrito de les Corts, y tampoco han variado los protagonistas, vecinos, asociaciones y profesionales del urbanismo que han mantenido con tenacidad su oposición a operaciones especulativas que no tienen en cuenta los intereses generales de Barcelona.

La incontinencia de Núñez
El verano de 1999 fue en les Corts el verano de pancartas en balcones y ventanas. Todas contra el Barça 2000. El 16 de septiembre se celebró la primera de las grandes manifestaciones, más de mil personas que desfilaron por la Travessera de les Corts para acabar ante el Camp Nou.

El mismo día, vecinos de Sant Martí salieron a la calle para reclamar la cobertura de la Gran Via, los de Poble Sec para evitar el cierre del parque de bomberos de la calle Lleida y los de Sarrià contra las molestias de tráfico que generaba el aparcamiento del complejo de Piscinas y Deportes -¡aquella batalla perdida!-, abierto apenas hacía dos meses. Aquel 16 de septiembre fue un viernes glorioso.

La plataforma cívica contra el Barça 2000 la integraron entidades de la zona de influencia del faraónico plan de Núñez, habitada por 180.000 habitantes de les Corts y l’Hospitalet. Una treintena de arquitectos firmaron uno de los manifiestos más claros y rotundos que los profesionales del urbanismo han lanzado contra un proyecto urbanístico, con argumentos técnicos y morales contra el plan especial aprobado inicialmente por el Ayuntamiento.

La incontinencia verbal de José Luis Núñez no ayudó precisamente a calmar la polémica. El presidente del Barça, con su habitual habilidad política, clamó con dureza contra un líder vecinal, al que tildó casi de proxeneta por ofrecer más apoyo a las prostitutas de les Corts que a la nueva estética que el plan ofrecía al barrio. En otro momento estelar de aquel verano del 99, Núñez, molesto con la política informativa de TV3, equiparó la relevancia de la presidencia del Barça con la de la Generalitat.

Y a todo esto, ¿qué decía Joan Clos? El alcalde de Barcelona mantenía su habitual distanciamiento de los problemas, pendiente del nivel de la crítica de entidades y vecinos, con los que nunca se reunió. Clos, Xavier Casas, responsable de Urbanismo, y Ricard Fayos, director de Planeamiento, jugaron a nadar y guardar la ropa, intentando no devaluar las propuestas del club ni rechazar del todo la crítica ciudadana. Esta supuesta equidistancia se mantuvo hasta que la oposición vecinal superó los límites de les Corts y tuvo eco en colegios profesionales, editoriales de la prensa y artículos de firmas ilustres, como el que Ernest Lluch publicó en marzo del 2000, ocho meses antes de su asesinato.

Con el suflé del plan bajo mínimos, en julio de ese año, Joan Gaspart sustituyó a Núñez en la presidencia, pero para entonces el club ya no consideraba “prioritario” el proyecto de Núñez y el ayuntamiento dejaba en suspenso la ejecución del mismo. La contrapartida municipal fue rápida. En diciembre del 2001, sin información previa a los vecinos, Joan Clos presentó el proyecto del Portal del Coneixement, un pretendido plan director de les Corts, especie de pararrayos para frenar el rechazo vecinal. El barrio mantuvo su postura pero las exigencias del club se diluyeron y la fuerza municipal se centró el Fòrum del 2004, aquel remedo de los Juegos del 92 que nunca entusiasmó a los barceloneses.

El Portal del Coneixement
El Portal del Coneixement languideció en los despachos municipales, les Corts siguió recordando que era un erial en cuestión de equipamientos públicos y el FC Barcelona, ya con Joan Laporta en la presidencia, insistió en su deseo de cambiar la imagen del estadio. En septiembre del 2007 el club presentó a bombo y platillo el proyecto del arquitecto Norman Foster que convertía el exterior del Camp Nou en un multicolor envoltorio de baldosas, a modo de velado homenaje a Antoni Gaudí.

El nuevo estadio tenía un presupuesto próximo a los 300 millones de euros. Frente a las aspiraciones del Barça, el Ayuntamiento, con Jordi Hereu en la alcaldía, aplicó la máxima ya utilizada en otras ocasiones en la historia del urbanismo barcelonés: Dígame usted cuánto dinero necesita y le recalificaré lo que sea necesario.

Y lo que el Barça pedía era la recalificación del Miniestadi para construir 1.624 pisos y locales comerciales y hoteles en una zona habitada por 40.000 personas, 25.000 de Barcelona y 15.000 de l’Hospitalet. En mayo del 2010 el pleno aprobó la modificación provisional del Plan General Metropolitano con los votos favorables del PSC, CiU y ERC, los negativos de ICV y PP y el numantino rechazo de los vecinos de les Corts. Por aquellas fechas ya se sabía que Laporta dejaba el club para iniciar su carrera política y que el nuevo presidente sería Sandro Rosell.

También era notorio que la crisis económica había calado hondo y que iba a ser difícil encontrar compradores para las 1.624 viviendas del Miniestadi. En consecuencia, quedó en suspenso el enésimo plan del FC Barcelona, ese vecino incómodo de les Corts.

Josep M. Bartomeu sustituyó a Rosell en la presidencia del club; Xavier Trias a Hereu en la alcaldía, y Ada Colau a Trias. Y vuelta a empezar. Ahora toca Espai Barça.

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