Barcelona recupera del olvido el archivo de Tierno Galván

El archivo de Enrique Tierno Galván abandonará las estanterías de la Biblioteca Arús, será catalogado, archivado e informatizado y se pondrá a disposición de quien quiera consultarlo. Este proceso pondrá punto final a un negligente olvido de nueve años y dará cumplimiento al convenio que el 13 de marzo del 2012 firmaron un alcalde de Barcelona –Xavier Trias-, el gran maestre de una logia masónica –Jordi Farrerons-, y el único hijo del exalcalde de Madrid y donante del archivo. Ese acuerdo tenía como objetivo dar digno cobijo al archivo y ponerlo a disposición de investigadores y público en general. Pero los firmantes, todos, incumplieron sus compromisos. Hasta ahora.

El número anterior de Carrer (octubre 2020, número 155) informó sobre la situación del archivo del exalcalde, donado por su hijo –Tierno Pérez-Relaño– y depositado en la Biblioteca Arús de Barcelona, equipamiento especializado en movimientos sociales y con uno de los mejores fondos históricos relacionados con la masonería. La biblioteca recibió treinta cajas que contenían más de 500 fotografías, archivadores, álbumes, grabaciones de conferencias, material electoral, correspondencia con políticos como Willy Brandt, Victoria Kent y otros exiliados españoles.

En definitiva, un archivo valioso para historiadores, siempre y cuando el material fuera restaurado y catalogado. Pero ni el Ayuntamiento ni la Gran Logia Simbólica Española (GLSE) aportaron fondos ni interés para que ese trabajo se llevara a cabo y la biblioteca, con escaso presupuesto, no pudo hacer otra cosa que frenar el deterioro del material y depositarlo en estanterías a la espera de tiempos mejores. Y así, nueve años.

El olvido del archivo fue tal que, tras la firma del convenio, de su existencia no quedó otra señal que los tímidos intentos de los sucesivos directores de la biblioteca para lograr fondos que permitieran su catalogación. Las dos instituciones copropietarias de la documentación, Ayuntamiento y logia masónica, ignoraron lo acordado; Trias perdió la alcaldía en el 2015, Jordi Farrerons dejó la dirección de la GLSE, y sus sustitutos, Ada Colau y Xavier Molina, asumieron el cargo sin que, al parecer, ni ellos ni sus equipos supieran de la donación. Ahora, la información de Carrer ha removido memorias y, quizá, a lo largo de este año, el archivo de Enrique Tierno deje de ser un amasijo de carpetas olvidadas en un equipamiento municipal.

Nadie sabía nada
Jordi Martí, actual concejal del distrito del Eixample, al que pertenece la Biblioteca Arús, asegura que desconocía que el archivo de Tierno Galván llevara nueve años olvidado en las estanterías de una instalación pública. Este hecho permite suponer que la existencia de la documentación no trascendió a la firma del convenio y la habitual nota de prensa, y que en el caso de que lo hiciera a nadie le interesó el cumplimiento del compromiso adquirido.

Martí ha sido gerente del Instituto de Cultura y concejal, primero socialista y ahora con Ada Colau pero insiste en que el primer conocimiento oficial sobre el tema lo tuvo durante la preparación del 125 aniversario de la Biblioteca Arús, actos iniciados en marzo del año pasado. “Nadie valoró adecuadamente”, añade, “el simbolismo que supone que el archivo de ese alcalde de Madrid se depositara en una biblioteca de Barcelona”. Martí dice haber encontrado la misma ignorancia sobre el tema en todos los ámbitos municipales consultados.

Enmendar esa postergación pasa ahora por dos instituciones, el Arxiu Històric de la Ciutat y la Fundació Catalunya Europa. El primero asumirá la parte más técnica del proceso, valorará la documentación y la clasificará según su contenido privado, vinculado al trabajo a la alcaldía o relacionado con el socialismo. La Fundació Catalunya Europa asumirá la restauración del material que lo precise, fotografías por ejemplo, catalogación y digitalización. Martí considera que esta entidad ha realizado un “excelente trabajo” con el legado de Pasqual Maragall y que acumula experiencia en ese campo y capacidad suficiente para realizar una tarea similar con el archivo del exalcalde de Madrid.

Tierno Galván mantuvo una buena relación con Barcelona y confrontar ambos archivos permitirá compartir información común. El trabajo anterior puede prolongarse durante meses pero, en cualquier caso, según el concejal, “acabará en los primeros meses del 2021” y quedará depositado en la Biblioteca Arús a disposición de quien quiera consultarlo.

Martí confía en que al término de ese proceso se pueda saber por qué el archivo ha acabado en Barcelona. En la donación no hubo transacción económica alguna, como suele ocurrir en otros casos, así que la elección de destino fue decisión personal de Tierno Pérez-Relaño, disconforme con la situación de los equipamientos públicos de Madrid, según informó Carrer en su número anterior. No constan los vínculos con la masonería del exalcalde, por lo que la elección de la Biblioteca Arús como depositaria del legado puede estar relacionados con los de su hijo, residente ahora en Barcelona donde frecuenta la sede de la Gran Logia Simbólica Española.

La logia masónica colaborará
Pero el Ayuntamiento no ha sido el único firmante del convenio del 2012 que olvidó los compromisos adquiridos. La logia masónica, copropietaria del legado, no se interesó nunca por la situación del archivo ni buscó una solución para el mismo. Xavier Molina, actual gran maestre, también asegura que no fue informado del tema al asumir su cargo, reconoce que la institución ha fallado y se muestra dispuesto a colaborar en el proceso de recuperación del archivo.

Tras conocer la información aparecida en Carrer se puso en contacto con la dirección de la biblioteca y está pendiente un encuentro con representantes municipales a los que ofrecerá su colaboración. Molina puntualiza que el presupuesto de su logia es muy reducido -“tenemos unos mil hermanos, somos la segunda en importancia de España”-, pero insiste en que la GLSE ayudará para que el archivo se abra al público.

La Biblioteca Arús es el único personaje de esta historia que puede dar por bien empleado el tiempo transcurrido. Curó las heridas más graves del material recibido, conservó durante nueve años la documentación con su escaso presupuesto, buscó ayudas que se le negaron y llamó a puertas que nunca se abrieron. Ahora, si el olvido no se impone de nuevo, el equipamiento abrirá su hermosa sala de consulta al legado de un alcalde de Madrid que, no sabemos por qué, apareció en Barcelona.

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