El archivo de Enrique Tierno Galván, olvidado en Barcelona

-Tras un recorrido por las bibliotecas de Madrid, y tal como está la situación, ¿dejarían ustedes en esa ciudad el archivo que yo les ofrezco?

La anterior frase la pronunció el hijo de Enrique Tierno Galván a finales del 2011 al ser preguntado por qué cedía a Barcelona la documentación de su padre. Meses después llegaron a esta ciudad treinta cajas con el archivo personal del que fuera alcalde de Madrid y depositadas en la sede de la biblioteca Arús, en el paseo de Sant Joan, 26, donde siguen.

Ese valioso material esconde recovecos de la historia de España y del socialismo español aún no examinados porque, nueve años después, el contenido de aquellas cajas no ha sido inventariado ni catalogado y en consecuencia tampoco es posible su consulta. Un archivo valioso, de momento inservible, convertido en el secreto mejor guardado.

Enrique Tierno Galván (Madrid, 1918-1986), alcalde de la capital entre 1979 y 1986, participó en las listas del PSOE en las primeras elecciones democráticas municipales celebradas en España tras la dictadura franquista, en mayo de 1979, fue elegido alcalde con el apoyo del PCE y reelegido en 1983. Hasta el día de hoy, y no parece que esa valoración vaya a tener otro destinatario, ha sido el edil más querido por los madrileños que el día de su entierro, en el cementerio de La Almudena, le despidieron en una multitudinaria manifestación que paralizó la ciudad.

En el recuerdo de sus paisanos quedaba la resistencia al franquismo, el paso por la cárcel y la etapa de docente en la Universidad de Princeton que le acogió tras ser expulsado de la docencia española en 1965 y donde depositó una parte de sus archivos, que no podrán ser consultados hasta el 2036, al cumplirse los cincuenta años de su muerte.

Pero el material entregado a la universidad norteamericana no incluía la totalidad de los archivos, documentos y objetos acumulados por el exalcalde a lo largo de una vida muy activa. Fotografías, vídeos, ensayos, poesía y textos de diverso contenido se conservaron durante años en estanterías, cajones y archivos familiares en una casa de campo, pero nunca fueron clasificados ni ordenados.

Especializada en la masonería
Enrique Tierno Pérez-Relaño, hijo único del exalcalde, decidió en su día que la última memoria documental de su padre debía tener un destino público, una biblioteca, para facilitar la consulta de historiadores y público en general.

Descartó la alternativa madrileña y decidió que fuera Barcelona la receptora, en concreto la Biblioteca Arús, especializada en movimientos sociales y con uno de los mejores fondos históricos relacionados con la masonería. Pérez-Relaño, ya residente en Barcelona, trató esa posibilidad con Jordi Farrerons, gran maestre masón de la Gran Logia Simbólica Española (GLSE), y con Josep Brunet, responsable de la Biblioteca Arús.

Siguieron después las consultas con el Ayuntamiento de Barcelona, nada fáciles por el temor municipal al conflicto institucional que podía suponer la cesión de las memorias de un edil de Madrid a un equipamiento cultural barcelonés. Resueltas suspicacias y cuestiones burocráticas, el 13 de marzo del 2012, el alcalde de Barcelona, Xavier Trias, Jordi Farrerons y Enrique Tierno Pérez-Relaño firmaron el convenio para la donación del material acumulado.

Inventario minucioso
Ese acuerdo establece que Pérez-Relaño cede el archivo a la GLSE y, “por razones de espacio” y para conseguir “una mayor difusión”, que sea depositado en la Biblioteca Arús, “dado que esta tiene un fondo especializado en humanismo y pensamiento social”. En el mismo convenio, Xavier Trias acepta que la propiedad de la donación sea compartida por la logia masónica y la Biblioteca Arús y se determina que la documentación permanezca “unida y ubicada” en la sede de este equipamiento. La donación incluye asimismo los documentos en poder de particulares, centros docentes de Europa y América y, en especial, los depositados “en la universidad de Princeton”.

La biblioteca detalló en un minucioso inventario de 63 puntos el contenido de las treinta cajas, con más de 500 fotografías, 18 archivadores, álbumes, grabaciones de conferencias, datos de campañas electorales, artículos de prensa, carpetas con textos relativos a la actividad política y privada del exalcalde, ensayos, poemas, y correspondencia con Willy Brandt, Victoria Kent y otros exiliados españoles. El material llegó a Barcelona en malas condiciones, incluso con hongos, y fue tratado con minuciosidad para evitar que progresara su degradación. Se cambiaron algunos archivadores deteriorados y toda la documentación fue depositada en estanterías a la espera de la adecuada restauración y catalogación. Hasta hoy.

Sin dinero para la catalogación
Ocho años después de su llegada a Barcelona, nadie ha podido consultar el archivo de Tierno Galván porque el material está almacenado pero no inventariado. La biblioteca ha sido durante ese tiempo un refugio protector pero el contenido de aquellas treinta cajas sigue siendo un revoltijo de fotografías y textos y no un archivo vivo, apto para consultas y mejor comprensión de la gura de un alcalde y una parte de la historia de Madrid y de España. Maribel Giner, actual directora gerente, señala que el presupuesto ordinario del centro no permite contratar especialistas que cataloguen el material, tarea imprescindible para poner el archivo a disposición del público.

Los investigadores que han solicitado acceso al material han obtenido invariablemente una respuesta negativa, a la espera de un trabajo siempre pendiente. La Biblioteca Aús dispone de un presupuesto que apenas supera los 250.000 euros, 247.000 a cargo del Institut Municipal de Cultura y otros 10.000 de la Diputación, importes con los que se cubren los gastos ordinarios y los sueltos de tres trabajadores: directora gerente, bibliotecaria y administrativo.

Nunca ha habido aportaciones extras para el archivo de Tierno Galván. La biblioteca solicitó en su momento ayuda y colaboración al Arxiu Nacional de Catalunya, petición denegada con el argumento de que el archivo del exalcalde no contiene material de procedencia catalana.

Compromisos incumplidos
Los firmantes del acuerdo de marzo del 2012, un alcalde y una logia masónica, no han cumplido los compromisos adquiridos. El Ayuntamiento de Barcelona no ha mostrado el más mínimo interés por sacar del olvido un archivo que debía conservar, proteger y poner a disposición del público y el convenio firmado por un alcalde en nombre de la ciudad ha quedado reducido a mero acto protocolario. Tampoco la Diputación se ha interesado por el legado y Pérez Relaño, al parecer por cuestiones de salud, ha rechazado comentar la situación del archivo de su padre.

Resulta aún más extraño el comportamiento de la Logia Simbólica Española, copropietaria del archivo, que en ningún momento ha exigido el cumplimiento de los acuerdos firmados. El gran maestre de la logia es hoy Xavier Molina que acepta la nula presión que la institución que preside ha hecho para lograr que la documentación del exalcalde se pusiera a disposición del público. Según Molina, los primeros contactos para la cesión del archivo se establecieron hacia el 2011 en la sede de la logia en Barcelona, frecuentada por Pérez-Relaño, pero, una vez firmado el convenio, esta agrupación se desinteresó por el tema y tampoco presionó al Ayuntamiento para evitar que el archivo cayera en el olvido. “Los masones no somos ricos”, añade Molina, “pero sí es cierto que algo deberíamos hacer”.

Quizá Tierno Pérez-Relaño se equivocó al elegir Barcelona como último destino del archivo de su padre.

La Biblioteca Arús, el legado para la instrucción del pueblo trabajador
¿Biblioteca o museo? Un fondo documental de 75.000 volúmenes acreditan lo primero, y su estética e historia aceptarían sin dudar la segunda acepción. Todo eso es la Biblioteca Arús, uno de los equipamientos culturales más interesantes de Barcelona y a pesar de ello uno de los más ignorados, con una actividad que ha menguado al ritmo que lo hacía el personal que la atiende. El centro cumplió 125 años de existencia el pasado 24 de marzo, aniversario silenciado por el coronavirus y el olvido municipal.

Rosend Arús, masón, librepensador, filántropo, empresario teatral, cofundador del Centre Català, dejó dispuesto por vía oral a su muerte, en 1891, que se construyera una biblioteca para “la instrucción del pueblo trabajador” en el edificio donde él había nacido, el actual número 26 del paseo de Sant Joan. Cuatro años más tarde se inauguró el centro tras una reforma en la que participaron el arquitecto Bonavenura Bassegoda y notables artesanos como el escultor Manuel Fuxà y el ebanista Joan Sunyol. La biblioteca abrió sus puertas con 24.000 volúmenes que aún se conservan, un fondo documental que ha aumentado hasta convertirse en valioso material de investigación de los movimientos obreros y masónicos, especialmente de los siglos XIX y XX. En el 2011 se incorporó la colección de Joan Proubasta con material diverso sobre Sherlock Holmes.

El acceso a la Biblioteca Aús no se distingue entre los edificios de aquella parte del Eixample, apenas un hermoso farol de metal y vidrio sirve de orientación al visitante. Esta discreción puede ser, en parte, la explicación por la que su valioso contenido no acabara en la hoguera de las furias franquistas contra la masonería. La biblioteca cerró en 1939 y reanudó sus actividades en 1967 con sus fondos documentales íntegros porque, incomprensiblemente, las airadas ideologías de la Guerra Civil y la dictadura respetaron el edificio del paseo de Sant Joan. Conocedores de aquella parte de la historia explican que la siempre discreta presencia de masones en esos dos periodos pudo actuar como escudo protector para evitar que libros, símbolos, incunables, partituras, documentos cartográficos, muebles y esculturas acabaran destruidos, quemados, en cualquier calle barcelonesa.

La alcaldía preside el patronato
Ese milagro laico de supervivencia añade un plus de interés al contenido y a la historia del reducido espacio de la biblioteca. El acceso por la escalera de honor, que recuerda al santuario griego de Atenea, sitúa al visitante en un entorno donde pocas cosas han cambiado en los últimos 125 años: una impresionante estatua de la Libertad, reproducción a menor escala de la que el pueblo francés regaló al norteamericano, la sala de lectura con el techo formado por nueve plafones que reproducen centros culturales del mundo, paredes con los nombres de personajes destacados de la ciencia, la sala de exposiciones, el pasillo, las salas de lectura y de música y, en almacenes no accesibles, miles de libros, documentos y folletos.

¿Quién rige la Biblioteca Arús? La responsabilidad directa recae sobre el alcalde o alcaldesa de Barcelona, presidentes del patronato responsable del centro e integrado, además, por dos concejales de ese consistorio, dos miembros de las academias de Bones Lletres y de las Ciències i Arts y cuatro ciudadanos, personajes todos ellos notables, sin duda, que no han logrado dar el trato debido a una de las joyas de la cultura barcelonesa. A pesar de ese olvido oficial, la Biblioteca Arús, escondida tras un farol de cristal esmerilado, sigue a disposición de la “instrucción del pueblo”, abierta para quienes quieran consultar sus fondos o, simplemente, recorrer sus instalaciones. Si esta es la opción, el visitante encontrará en el personal del centro a guías tan entusiastas en romper el silencio y el olvido en el que parece postrado el legado de Rosend Arús.

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