Las ocho fuentes olímpicas, abandonadas a su suerte

Los Juegos Olímpicos dejaron obras en Barcelona que debían trascender esta competición y perpetuar a pie de calle la huella de un acontecimiento que marcó la historia de la ciudad. Uno de esos proyectos fueron ocho fuentes de uso público, con peana y pequeña escultura, todas distintas, que se situaron en emplazamientos deportivos clave y cuya fecha oficial de inauguración figura como el 7 de julio de 1992. Hoy, las ocho fuentes muestran las huellas del vandalismo que sufre la obra pública y son el paradigma de la lenta reacción municipal para evitar y corregir esos desmanes. Ni una sola de las ocho fuentes ha llegado indemne para celebrar el treinta aniversario de los Juegos. Todas y cada una de sus piezas han sido dañadas, algunas han sido sustituidas y otras, simplemente, han desaparecido.

José Antonio Acebillo, responsable de las obras olímpicas, planteó al arquitecto Óscar Tusquets la realización de las ocho fuentes, financiadas por la entonces Sociedad General de Aguas, un proyecto diferente del habitual mobiliario urbano hecho en serie, pensado como piezas únicas de la misma familia y con diseño adaptado a su emplazamiento. La idea era que los Juegos contribuyeran a monumentalizar la ciudad, colocar pequeñas obras de arte en el espacio urbano.

Tusquets eligió al escultor canario Juan Bordes como compañero de viaje, el primero diseñó el armazón, la peana, y el segundo modeló las esculturas, imaginadas con adolescentes que jugaban con el agua en actitudes que podían considerarse la iniciación a deportes olímpicos. Así, una niña chapotearía el agua, otra se zambulliría o se sumergiría, un muchacho lanzaría una piedra desde la orilla y otro empezaría a remar. Y con esas ideas y los dibujos de Tusquets se gestaron ocho delicadas fuentes con nombre propio y se fijaron sus emplazamientos.

Nombres y localizaciones

La fuente Pilota se situó en el Paral·lel, junto al Museo Marítim; Llançament, en la avenida del Estadi, en Montjuïc; Busseig, en la avenida de Xile, junto al parque de Can Rigalt, en Hospitalet de Llobregat; Xip Xap, en la plaza Alfonso Comín; Cabriola, en el pasaje Isadora Duncan, en Vall d’Hebron; Voga, en la avenida del Litoral, en la calle de Salvador Espriu; Capbussament, en el puerto olímpico; y Tempteig, en la plaza de les Glòries.

Las ocho piezas tenían en común el juego de la escultura con el agua, un pequeño cuenco del que manaba un chorrito de agua para el consumo público y su instalación en espacios poco transitados y sin protección ni vigilancia alguna. La soledad de las fuentes ha facilitado el vandalismo que a lo largo de los años se ha cebado en todas y cada una de ellas. Las esculturas han sido robadas o destrozadas, algunas fueron arrancadas con sierras eléctricas o cuarteadas, lo que hizo imposible un nuevo montaje; desaparecieron las placas que las relacionaban con los Juegos y los armazones se cubrieron de pintadas.

Hacia el año 2000 el Ayuntamiento retiró las esculturas que seguían en pie y modificó su sistema de fijación para dificultar nuevos robos, pero solo se consiguió que los ladrones mejoraran los métodos para arrancar las piezas. Nadie llegó a plantearse la conveniencia de mejorar el control de lo que ocurría en el entorno de las fuentes.

Fuentes reemplazadas

Hasta la fecha, Juan Bordes ha repetido tres esculturas, que no son idénticas a las originales porque no trabaja con molde. Dos de ellas, las de Vall d’Hebron y la plaza Alfonso Comín, volvieron a su emplazamiento original en marzo, y una tercera, la de Glòries, se conserva en un almacén a la espera de que concluyan las obras de esta plaza. Quedan en pie la del puerto olímpico, protegida quizá por su difícil localización, y la de la avenida de Xile, junto al parque de Can Rigalt. Las tres fuentes restantes -Paral·lel, avenida del Litoral y Montjuïc- han quedado reducidas a un bloque desnudo de piedra artificial sin identificación alguna que permita a vecinos y transeúntes vincular ese despojo urbano con el pasado olímpico de la ciudad.

Especial abandono es el que rodea la escultura Llançament, en la avenida del Estadi, desaparecida en plena pandemia, situada en un entorno que debiera ser zona ajardinada y es en realidad un espacio donde se mezclan hierbajos, restos de comida y bebida, escalones rotos y balaustrada desportillada. Personas sin techo suelen utilizar el agua que aún mana por un orificio de su armazón para aseo personal o hacer la colada. Usos prácticos para restos olímpicos.

Paisajes rotos

La conservación y mantenimiento del patrimonio monumental de la ciudad, pero no su vigilancia, corresponde al servicio municipal de Arquitectura, Urbanismo y Patrimonio. Carme Hosta, técnica del mismo, reconoce que las ocho fuentes olímpicas han sido víctimas especiales de vandalismo e insistentes robos, siempre denunciados ante los Mossos. La Policía nunca ha localizado ni las piezas desaparecidas ni a los autores de los robos y, en consecuencia, se ignora si el destino de las esculturas ha sido su venta a coleccionistas o anticuarios. Tanto el irracional vandalismo como los robos han estado amparados en la falta de vigilancia que protegiera piezas dañadas y en la lentitud municipal para reponer piezas y mejorar su estructura, un proceso burocrático sometido a otras prioridades económicas municipales.

Las tres piezas repetidas por Juan Bordes, con un coste aproximado de 25.000 euros por unidad, se incluyeron en la programación 2003-2020 y no se instalaron hasta el pasado marzo. Las tres pendientes deberán esperar su turno. Las esculturas de Paral·lel y avenida del Litoral están presupuestadas para el periodo 2021-2025, pero la de Montjuïc no ha llegado a tiempo para ser incluida en esa propuesta. Si no se aceleran los plazos, y no parece que esa vaya a ser la tónica, las tres fuentes seguirán siendo durante años un simple armazón de piedra artificial. La lenta tramitación ha convertido las fuentes olímpicas y su entorno en paisajes rotos, privados de elementos de calidad que impusieran respeto.

Carme Hosta insiste en la necesaria conciencia cívica para respetar el espacio público -“hay piezas que no se pueden encerrar en un museo”-, rechaza valorar si es necesaria o no más vigilancia e insiste en que la presencia de obras de arte en la calle “es siempre un riesgo”.

Un largo proceso de creación

Óscar Tusquets escribió en noviembre de 1992 una breve memoria del proceso de creación de las ocho fuentes olímpicas, que quiso mantener fieles a la tradición de las placitas triangulares, en particular la realizada por Josep Campeny en 1912 en Diagonal-Còrsega. El arquitecto recuerda en ese texto que José Antonio Acebillo y él, “muertos de frío” en un recorrido dominical de diciembre, peregrinaron por las obras apenas iniciadas de los Juegos para decidir el emplazamiento de las peanas.

La forma de las esculturas la decidieron Tusquets y Juan Bordes, “en los descansos de anochecida” de un viaje por Extremadura. Las fuentes no son el único trabajo conjunto del arquitecto y el escultor canario. En 1995 realizaron el monumento a los Santpere, en el inicio de la Rambla, y años más tarde Bordes colaboró en las piezas escultóricas de la reforma del Palau de la Música, en especial la gran palmera. El auditorio Alfredo Kraus, en las Palmas, proyecto de Tusquets, incluye también cuarenta esculturas de Bordes.

La misteriosa desaparición de dos fuentes

No ha sido fácil recuperar todas las imágenes de las fuentes olímpicas tal como fueron instaladas en 1992 y poder comparar así aquel atractivo pasado con el infortunado presente. El despacho del arquitecto Óscar Tusquets ha facilitado fotografías de seis de esas obras, pero carece de documentación e imágenes de dos de ellas, la de Montjuïc y la situada inicialmente en Glòries, a pesar de que ambas sí figuraban en el primer boceto realizado. El escultor Juan Bordes tampoco dispone de imágenes de esas dos esculturas, ni de los moldes que permitan su reproducción.

El archivo histórico de la Sociedad General de Aguas de Barcelona y el Municipal de Barcelona tampoco tienen documentado el acuerdo firmado en su día para financiar las fuentes y conectarlas a la red. La desaparición documental, fotográfica y física de esas dos fuentes permitió pensar que, por motivos desconocidos, quizá las prisas olímpicas, Llançament y Tempteig no habían superado las caminatas comunes de tres hombres: Acebillo, Tusquets y Bordes. Al final, Carme Hosta, técnica del servicio municipal de Arquitectura, Urbanismo y Patrimonio, dio fe de vida de las dos fuentes, cuyas fichas figuran en una no fácil entrada en internet: Art Públic.

M. Eugenia Ibáñez es periodista.

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